El documento final de la Cumbre de los
Pueblos sintetiza los
principales ejes discutidos durante las plenarias y
asambleas, y expresa también las intensas movilizaciones ocurridas
durante ese período –del 15 al 22 de junio–, las cuales señalan las
convergencias en torno de las causas estructurales y las falsas
soluciones, de las soluciones de los pueblos frente a las crisis, así
como los principales ejes de lucha para el próximo período.
DECLARACIÓN FINAL
Cumbre de los Pueblos en la Río+20 por Justicia Social y Ambiental
En defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida
Movimientos sociales y populares,
sindicatos, pueblos, organizaciones de la sociedad civil y
ambientalistas de todo el mundo presentes en la Cumbre de los Pueblos en
la Río+20 por Justicia Social y Ambiental, vivenciaron en los
campamentos, en las movilizaciones masivas, en los debates, la
construcción de convergencias y alternativas, conscientes de que somos
sujetos de otra relación entre humanos y humanas y entre la humanidad y
la naturaleza, asumiendo el desafío urgente de frenar la nueva fase de
recomposición del capitalismo y de construir, a través de nuestras
luchas, nuevos paradigmas de sociedad.
La Cumbre de los Pueblos es el momento
simbólico de un nuevo ciclo en la trayectoria de luchas globales, que
produce nuevas convergencias entre movimientos de mujeres, indígenas,
negros, juventudes, agricultores/as familiares y campesinos,
trabajadores/as, pueblos y comunidades tradicionales, quilombolas,
luchadores por el derecho a la ciudad, y religiones de todo el mundo.
Las asambleas, movilizaciones y la gran Marcha de los Pueblos fueron los
momentos de expresión máxima de estas convergencias.
Las instituciones financieras multilaterales, las coaliciones al servicio del sistema financiero, como el G8/G20, la captura corporativa de la ONU
y la mayoría de los gobiernos demostraron irresponsabilidad para con el
futuro de la humanidad y del planeta y promovieron los intereses de las
corporaciones en la conferencia oficial. En contraste con esto, la
vitalidad y la fuerza de las movilizaciones y de los debates en la
Cumbre de los Pueblos fortalecieron nuestra convicción de que sólo el
pueblo organizado y movilizado puede liberar al mundo del control de las
corporaciones y del capital financiero.
Hace veinte años el Forum Global, también realizado en el Aterro do Flamengo,
denunció los riesgos que corrían la humanidad y la naturaleza con la
privatización y el neoliberalismo. Hoy afirmamos que, además de
confirmar nuestro análisis, ocurrieron retrocesos significativos en
relación con los derechos humanos ya reconocidos. La Río+20
repite el fallido itinerario de falsas soluciones defendidas por los
mismos actores que provocaron la crisis global. A medida que esa crisis
se profundiza, más avanzan las corporaciones contra los derechos de los
pueblos, la democracia y la naturaleza, secuestrando los bienes comunes
de la humanidad para salvar al sistema económico-financiero.
Las múltiples voces y fuerzas que
convergen en torno de la Cumbre de los Pueblos denuncian la verdadera
causa estructural de la crisis global: el sistema capitalista
patriarcal, racista y homofóbico.
Las corporaciones transnacionales
continúan cometiendo delitos con la sistemática violación de los
derechos de los pueblos y de la naturaleza con total impunidad. De la
misma forma, avanzan sus intereses a través de la militarización, de la
criminalización de los modos de vida de los pueblos y de los movimientos
sociales promoviendo la desterritorialización en el campo y en la
ciudad.
De la misma manera, denunciamos la deuda
ambiental histórica que afecta mayormente a los pueblos oprimidos del
mundo, y que debe ser asumida por los países altamente industrializados,
los cuales, al fin y al cabo, fueron los que provocaron las múltiples
crisis que vivimos en la actualidad.
El capitalismo también lleva a la
pérdida del control social, democrático y comunitario sobre los recursos
naturales y servicios estratégicos, que continúan siendo privatizados,
convirtiendo derechos en mercaderías y limitando el acceso de los
pueblos a los bienes y servicios necesarios para la supervivencia.
La llamada “economía verde” es una de
las expresiones de la actual fase financiera del capitalismo que también
utiliza viejos y nuevos mecanismos, tales como la profundización del
endeudamiento público-privado, el estímulo excesivo al consumo, la
apropiación y concentración de las nuevas tecnologías, los mercados de
carbono y la biodiversidad, la apropiación ilegal y la extranjerización
de tierras y las asociaciones público-privadas, entre otros.
Las alternativas están en nuestros
pueblos, nuestra historia, nuestras costumbres, conocimientos, prácticas
y sistemas productivos, que debemos mantener, revalorizar y ganar en
escala como proyecto contrahegemónico y transformador.
La
defensa de los espacios públicos en las ciudades, con gestión
democrática y participación popular, la economía cooperativa y
solidaria, la soberanía alimentaria, un nuevo paradigma de producción,
distribución y consumo, el cambio de la matriz energética, son ejemplos
de alternativas reales frente al actual sistema agro-urbano-industrial.
La defensa de los bienes comunes pasa
por la garantía de una serie de derechos humanos y de la naturaleza, por
la solidaridad y respeto a las cosmovisiones y creencias de los
diferentes pueblos, como, por ejemplo, la defensa del “Buen Vivir” como
forma de existir en armonía con la naturaleza, lo que presupone una
transición justa, a ser construida con los/las trabajadores/as y los
pueblos.
Exigimos una transición justa que supone
la ampliación del concepto de trabajo, el reconocimiento del trabajo de
las mujeres y un equilibrio entre la producción y reproducción, para
que ésta no sea una atribución exclusiva de las mujeres. Esta transición
pasa además por la libertad de organización y el derecho a la
contratación colectiva, así como por el establecimiento de una amplia
red de seguridad y protección social, entendida como un derecho humano,
así como de políticas públicas que garanticen formas de trabajo
decentes.
Afirmamos el feminismo como instrumento
de la construcción de la igualdad, la autonomía de las mujeres sobre sus
cuerpos y sexualidad y el derecho a una vida libre de violencia. De la
misma forma reafirmamos la urgencia de la distribución de la riqueza y
del ingreso, del combate al racismo y al etnocidio, de la garantía del
derecho a la tierra y al territorio, del derecho a la ciudad, al medio
ambiente y al agua, a la educación, la cultura, la libertad de expresión
y la democratización de los medios de comunicación.
El fortalecimiento de diversas economías
locales y de los derechos territoriales garantiza la construcción
comunitaria de economías más vibrantes. Estas economías locales
proporcionan medios de vida sustentables locales, la solidaridad
comunitaria, componentes vitales de la resiliencia de los ecosistemas.
La diversidad de la naturaleza y su diversidad cultural asociada es
fundamento para un nuevo paradigma de sociedad.
Los pueblos quieren determinar para qué y
para quiénes se destinan los bienes comunes y energéticos, además de
asumir el control popular y democrático de su producción. Un nuevo
modelo enérgico que esté basado en energías renovables descentralizadas y
que garantice energía a la población y no para las corporaciones.
La transformación social exige
convergencias de acciones, articulaciones y agendas a partir de las
resistencias y alternativas contrahegemónicas al sistema capitalista que
están en curso en todos los rincones del planeta. Los procesos sociales
acumulados por las organizaciones y movimientos sociales que
convergieron en la Cumbre de los Pueblos indicaron los siguientes ejes
de lucha:
· Contra la militarización de los Estados y territorios;
· Contra la criminalización de las organizaciones y movimientos sociales;
· Contra la violencia contra las mujeres;
· Contra la violencia a lésbicas, gays, bisexuales, transexuales y transgéneros;
· Contra las grandes corporaciones;
· Contra la imposición del pago de deudas económicas injustas y por auditorías populares de las mismas;
· Por la garantía del derecho de los pueblos a la tierra y al territorio urbano y rural;
· Por la consulta y consentimiento libre,
previo e informado, basado en los principios de la buena fe y del
efecto vinculante, según la Convención 169 de la OIT;
· Por la soberanía alimentaria y alimentos saludables, contra agrotóxicos y transgénicos;
· Por la garantía y conquista de derechos;
· Por la solidaridad con los pueblos y
países, principalmente los amenazados por golpes militares o
institucionales, como está ocurriendo ahora en Paraguay;
· Por la soberanía de los pueblos en el control de los bienes comunes, contra las tentativas de mercantilización;
· Por el cambio de la matriz y el modelo energético vigentes;
· Por la democratización de los medios de comunicación;
· Por el reconocimiento de la deuda histórica social y ecológica;
· Por la construcción del DÍA MUNDIAL DE HUELGA GENERAL.
Volvamos a nuestros territorios,
regiones y países estimulados para construir las convergencias
necesarias para seguir en lucha, resistiendo y avanzando contra el
sistema capitalista y sus viejas y renovadas formas de reproducción.
¡De pié, continuamos en lucha!
Río de Janeiro, 15 al 22 de junio de 2012.
Cumbre de los Pueblos por Justicia Social y ambiental en defensa de los bienes comunes, contra la mercantilización de la vida.
Viernes 22 de junio de 2012